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Los terrores nocturnos son un trastorno del sueño que suele presentarse en niños entre los 3 y 12 años, aunque también pueden afectar a adultos en casos menos comunes. Durante un episodio, el niño puede sentarse en la cama, gritar o mostrar signos de miedo extremo, pero permanecer inconsciente y sin recordar lo sucedido al despertar.

Estos episodios, aunque alarmantes para los padres, no suelen indicar un problema grave de salud. Sin embargo, es importante entender qué los provoca y qué medidas se pueden tomar para prevenirlos y manejarlos de manera adecuada.

Qué son los terrores nocturnos

Los terrores nocturnos pertenecen a las parasomnias, un grupo de trastornos del sueño que ocurren durante las fases más profundas del descanso. A diferencia de las pesadillas, los terrores nocturnos no se producen durante la fase REM del sueño, sino en la fase NREM, cuando el cerebro aún no está completamente despierto ni dormido.

Durante un episodio, el niño puede experimentar:

  • Movimientos bruscos o agitación.
  • Sudoración intensa y aumento del ritmo cardíaco.
  • Gritos o llanto desconsolado.
  • Mirada fija o desorientada.

Una característica importante es que el niño no es consciente de lo que ocurre y no responderá a intentos de consuelo, lo que puede ser frustrante para los cuidadores.

Causas más comunes de los terrores nocturnos

Los terrores nocturnos no tienen una única causa, pero varios factores pueden contribuir a su aparición:

  • Falta de sueño: Un descanso insuficiente o irregular puede aumentar el riesgo de episodios.
  • Estrés o ansiedad: Cambios en la rutina, preocupaciones escolares o conflictos familiares pueden desencadenarlos.
  • Predisposición genética: Los niños con antecedentes familiares de parasomnias tienen mayor probabilidad de experimentar terrores nocturnos.
  • Fiebre o enfermedades: En algunos casos, la fiebre alta puede provocar alteraciones en las fases del sueño.
  • Factores ambientales: Ruidos fuertes o interrupciones durante el sueño profundo también pueden ser detonantes.

Entender estos factores es clave para identificar posibles desencadenantes y adoptar medidas preventivas.

Cómo diferenciarlos de las pesadillas

Aunque a simple vista pueden parecer similares, los terrores nocturnos y las pesadillas son fenómenos distintos:

  • Terrores nocturnos: Ocurren en la fase NREM, el niño no recuerda el episodio y suelen aparecer en las primeras horas de la noche.
  • Pesadillas: Se producen en la fase REM, el niño puede despertar asustado y recordar el contenido del sueño.

Identificar cuál de los dos está ocurriendo ayuda a los padres a actuar de manera adecuada durante los episodios.

Estrategias para prevenir los terrores nocturnos

La prevención de los terrores nocturnos se basa en fomentar hábitos de sueño saludables y reducir los factores de estrés en el niño. Algunas recomendaciones útiles son:

1. Establecer una rutina de sueño regular: Mantener horarios consistentes para acostarse y levantarse ayuda a regular los ciclos de sueño.

2. Crear un ambiente relajante antes de dormir: Un baño caliente, leer un cuento o escuchar música tranquila pueden facilitar la transición al sueño profundo.

3. Asegurar un descanso adecuado: Garantizar que el niño duerma las horas recomendadas según su edad es crucial para prevenir interrupciones en las fases profundas del sueño.

4. Reducir el estrés: Identificar y abordar posibles fuentes de ansiedad en el niño puede minimizar los episodios.

5. Evitar la estimulación antes de acostarse: Limitar el uso de pantallas y actividades intensas antes de dormir favorece un descanso más tranquilo.

6. Vigilar la salud física: Si el niño presenta fiebre o está enfermo, es importante garantizar un ambiente cómodo y seguro durante el sueño.

Qué hacer durante un episodio

Si el niño experimenta un episodio, lo más importante es no intentar despertarlo. En su lugar:

  • Asegúrate de que el ambiente esté seguro, eliminando objetos peligrosos alrededor de la cama.
  • Mantén la calma y observa desde una distancia segura.
  • Evita movimientos bruscos que puedan agitar aún más al niño.

En la mayoría de los casos, los episodios duran pocos minutos y el niño regresa espontáneamente al sueño profundo.

Cuándo consultar a un especialista

Aunque suelen desaparecer con el tiempo, consulta a un médico si:

  • Los episodios son muy frecuentes o prolongados.
  • Afectan significativamente el descanso del niño o de la familia.
  • Ocurren junto con otros síntomas, como sonambulismo o ataques de pánico durante el día.

Un especialista puede evaluar la situación y, si es necesario, recomendar intervenciones específicas.

En Mi Descanso te explicamos qué son los terrores nocturnos

Los terrores nocturnos pueden ser desconcertantes, pero en la mayoría de los casos no representan un problema grave. Adoptar medidas preventivas, como mantener una rutina de sueño saludable y reducir factores de estrés, puede ayudar a minimizar los episodios. Además, es importante actuar con calma y conocer las diferencias entre los terrores nocturnos y las pesadillas para abordar cada situación de manera adecuada.